El reciente hackeo a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la paralización del proyecto CAREM no solo comprometen la soberanía tecnológica de nuestro país, sino que también representan un acto de traición a los intereses nacionales. Argentina, que lidera la carrera por los reactores modulares de baja potencia (SMR), enfrenta hoy una amenaza que podría costarnos décadas de inversión estatal y la pérdida de una oportunidad única para insertarnos en un mercado multimillonario.
El ataque a la CNEA: desfinanciamiento y riesgos deliberados
El ataque informático al sistema de administración de la CNEA expuso datos sensibles de proyectos estratégicos como el CAREM y el reactor RA-10. Este incidente ocurre en un contexto de desfinanciamiento sistemático que comenzó mucho antes de la actual administración, pero que se profundizó dramáticamente desde la asunción de Javier Milei. El congelamiento del presupuesto de los organismos científicos en valores de 2023, mientras la inflación se aceleraba, dejó al sistema de ciberseguridad nacional en una situación de vulnerabilidad extrema.
Sin embargo, hay razones para pensar que esto no se trata sólo de un acto de negligencia. La CNEA ya radicó una denuncia penal, pero el hecho de que el hackeo haya coincidido con el desfinanciamiento del sector y con un gobierno que apunta abiertamente a privatizar empresas estatales clave, siembra dudas legítimas sobre si esta vulnerabilidad fue deliberada.
En un país como el nuestro, que ha logrado desarrollar tecnología nuclear de vanguardia, entregar los planos y el conocimiento acumulado sobre el reactor CAREM implicaría un golpe devastador. Los reactores SMR son una tecnología crítica que solo dominan un puñado de naciones, y el acceso a estos diseños es celosamente restringido. Si la información robada llegara a manos de competidores extranjeros, podríamos perder nuestra ventaja estratégica en un mercado clave para el futuro.
Por qué Estados Unidos y las tecnológicas globales están interesados en el CAREM
El fracaso del proyecto NuScale Power en Estados Unidos, el único SMR que estaba en construcción en ese país, dejó al gigante norteamericano en una posición de debilidad en esta carrera. Esto explica el renovado interés de Estados Unidos en el proyecto CAREM, que es el más avanzado del mundo en su tipo. Empresas como Google, Amazon y Microsoft, que enfrentan una creciente demanda energética para sus centros de datos, están invirtiendo en reactores SMR para garantizarse energía limpia y estable. Google, por ejemplo, ya anunció planes para construir siete reactores que suministrarán 500 MW de electricidad libre de emisiones para 2030.
En este contexto, el CAREM tiene un potencial incalculable. Cada reactor podría exportarse por alrededor de 4 mil millones de dólares, posicionando a nuestro país como un exportador de alta tecnología en un mercado de transición energética que será multimillonario en las próximas décadas.
La paralización del CAREM: una estrategia sospechosa
Mientras tanto, la obra del CAREM está paralizada y su avance, que ya era limitado por el desfinanciamiento de las gestiones anteriores, está completamente detenido. Esta situación, lejos de ser casual, parece responder a una estrategia del gobierno actual para justificar su privatización. Javier Milei y sus aliados buscan vender la narrativa de que el Estado no puede sostener proyectos de esta magnitud, mientras preparan el terreno para que competidores extranjeros se apropien de la tecnología desarrollada con el esfuerzo de generaciones de científicos argentinos.
La renuncia de Adriana Serquis al frente de la CNEA, luego de una ola de despidos masivos, evidencia el desmantelamiento deliberado de una política de Estado que había sobrevivido a todos los gobiernos anteriores. Privatizar el CAREM sería entregar no solo un proyecto, sino el futuro de la Argentina como potencia exportadora de tecnología de alto valor agregado.
Un acto de traición a la Patria
El hackeo a la CNEA y la paralización del CAREM no son incidentes aislados, sino parte de un ataque coordinado contra el desarrollo científico y tecnológico de nuestro país. Si los planos del CAREM terminan en manos de empresas extranjeras, no solo perderemos una ventaja estratégica; también habremos renunciado a la posibilidad de transformar a la Argentina en un exportador líder de reactores SMR y, con ello, la oportunidad de frenar la creciente descomposición social y los problemas estructurales que no hacen sino agravarse cada día en nuestro país.
Tanto si el ataque informático fue producto de una vulnerabilidad por el desfinanciamiento del sector como una entrega deliberada de información, disfrazada de hackeo, estamos ante el mayor acto de traición a la Patria desde el Pacto Roca-Runciman. Sin embargo, de comprobarse esta última hipótesis, estaríamos antes el mayor acto de traición a la Patria en toda la historia de Argentina y la región.
Es imperativo que se investigue a fondo lo ocurrido y que se reactive el proyecto CAREM con el financiamiento necesario para competir en el mercado global. No hacerlo significaría resignarnos a un destino de pobreza y subdesarrollo, traicionando no solo a las generaciones actuales, sino también a las futuras.
La sola paralización del CAREM ya constituía un acto de traición a la Patria, pero el hackeo a la CNEA y posible robo de sus planos alcanza otro nivel.