Ayer por la tarde tuvo lugar una feroz represión contra un grupo de militantes que se habían reunido en el Obelisco para realizar una asamblea. Las organizaciones en cuestión eran «Votamos Luchar» y «Rebelión Popular». Se trataba de un grupo aproximado de 25 personas y ninguna estaba cortando la calle ni generando disturbios. Sin embargo, en un accionar represivo pocas veces tan injustificado, la Policía de la Ciudad arremetió contra los activistas y acabó con la vida de uno de ellos.
La víctima en cuestión fue Facundo Molares, periodista y fotógrafo que, entre otros eventos, había cubierto el golpe de Estado de Yanine Añez en Bolivia. Tuvo una vida marcada por la militancia y en el último tiempo, luego de varios desencuentros con la Justicia argentina y colombiana por su participación en las FARC, se dedicaba principalmente a la comunicación popular.
Fue asesinado por la Policía de la Ciudad en el marco del operativo represivo que buscaba llevarse detenidos a varios manifestantes. Una periodista que filmaba la secuencia alertó a los efectivos de que lo estaban matando, señalando la tez morada de su cara en una escena que recuerda al asesinato de George Floyd, hecho disparador del movimiento Black Lives Matter.
Todo estaba siendo grabado. Y, luego de varias advertencias, los policías constataron que el militante no tenía signos vitales. De ahí en más, hicieron gala de su falta de profesionalismo.
Las maniobras de reanimación estuvieron mal ejecutadas. En los videos puede verse que inician tardíamente con la RCP y que no acompañaron las compresiones torácicas con las correspondientes insuflaciones. Algo inadmisible, tratándose de personal que debe estar preparado para atender la emergencia. Sobre todo, ante la posibilidad de que la causa de muerte hubiera sido una asfixia y no una cardiopatía, porque en dicho caso las respiraciones resultan imprescindibles. Para colmo, tampoco acercaron de inmediato un DEA (desfibrilador externo automático), a pesar del gran número de efectivos presentes y de encontrarse en un punto neurálgico de la 9 de Julio donde cualquier local de comidas rápidas tiene uno.
De cumplir con los protocolos de resucitación, otro podría haber sido el desenlace. No obstante, en un acto de completo cinismo, Horacio Rodríguez Larreta destacó y respaldó el accionar policial. Y lo hizo en el mismo twit en el cual enviaba sus condolencias a la familia del militante asesinado.
UNA ARGENTINA EN PAZ Y SIN MIEDO
Hoy en el marco de una manifestación con incidentes, falleció luego de una descompensación Facundo Molares. Lamento su muerte y extiendo mis condolencias a sus familiares.
Quiero destacar y respaldar completamente el accionar de la Policía de la…
— Horacio Rodríguez Larreta (@horaciorlarreta) August 11, 2023
El accionar de la Policía de la Ciudad debe entenderse en el contexto de una escalada del discurso de mano dura contra la protesta social. Tanto el jefe de gobierno como su rival en la interna de JxC, Patricia Bullrich, han intentado mostrarse como la mejor opción para imponer el orden en las calles. Bullrich reivindicando su accionar como ministra de Seguridad en la era Macri. Y Larreta llevando a Gerardo Morales como vice, luego de la represión en Jujuy donde la Policía disparaba a los ojos de los manifestantes.
El crimen de Facundo Molares debe ser interpretado en este contexto. Por el contenido del propio twit y las expresiones vertidas durante la campaña, es probable que Larreta estuviera buscando una postal represiva como cierre antes de las PASO del próximo domingo. De ser así, esto convierte al jefe de gobierno en el responsable directo del asesinato.
Desde la redacción de Sendero Tecnológico queremos sumarnos al pedido de Justicia por Facundo Molares. Y condenamos el cinismo de Horacio Rodríguez Larreta, con el mismo énfasis con el cual exigimos que se investigue su responsabilidad en este crimen.
También queremos repudiar todas las declaraciones en redes sociales que relativizan la gravedad de este hecho por el pasado político de Facundo Molares, sobre el cual tanto la justicia colombiana como la argentina ya se habían expedido, absolviéndolo de cargos. El operativo mediático para justificar su asesinato, en el contexto de una represión que nunca debería haber ocurrido, resulta inadmisible.
No se trata de un guerrillero caído en combate contra el Estado, ni de un criminal de guerra, sino de un manifestante que perdió la vida como consecuencia del accionar represivo de la Policía de Horacio Rodríguez Larreta.
En el mismo twit, el jefe de gobierno envió sus condolencias a los familiares del militante asesinado y respaldó a la Policía de la Ciudad.