Recientemente, se dio a conocer la noticia de que una empresa Argentina exportará, por primera vez, componentes nucleares a China. Dicha empresa es «Combustibles Nucleares Argentinos», mejor conocida como CONUAR.
CONUAR produce tanto insumos químicos como componentes estructurales para las centrales nucleares y otros proyectos de alta tecnología. Fabrica pastillas de uranio, natural y enriquecido, y núcleos de cobalto que ofician como barras controladoras de reactividad. La empresa contiene, además, a «Fabricación de Aleaciones Especiales» (FAE) y «Soluciones de Manufacturas y Servicios Especiales» (SM&S) que se dedican al diseño y fabricación de componentes.
FAE está centrada en la producción de tubos sin costura de aleaciones poco convencionales. En un comienzo, se especializó en la fabricación de tubos de aleaciones de circonio (Zr), fundamentales en las centrales nucleares que usan agua como refrigerante. Embalse, Atucha I y II son de este tipo. Y posteriormente fue incorporando otros materiales para proyectos complejos.
SM&S se divide en dos unidades de negocios: «Fabricación de Componentes», por un lado, y, por el otro, «Obras y Servicios Especiales». La primera se ocupa del desarrollo de equipo, herramientas y distintos dispositivos tanto para la industria nuclear como para otros rubros de alta tecnología tales como la aeuronáutica o la petroquímica. La segunda está orientada al diseño, gestión y supervisión de equipos y obras de alta tecnología.
En 2012, la compañía fue calificada con las máximas certificaciones para convertirse en proveedor de componentes para reactores CANDU, acrónimo de «Canada Deuterium Uranium». Un reactor de este tipo opera actualmente en la Central de Embalse, en Córdoba. Se trata del CANDU-6, un reactor de agua pesada presurizada.
Pero volviendo al inicio de la nota, el insumo que CONUAR exportará a China consta de tapones de blindaje que serán utilizados en las Centrales Qinshan 3-1 y 3-2. Dicho componente es similar al que se emplea hoy en nuestra central nuclear cordobesa.
Los logros de esta empresa son incuestionables. Sin embargo, en tanto compañía mixta, existen algunos elementos que vale la pena analizar.
CONUAR es una empresa público-privada, constituida como entidad en 1981 e inaugurada el 2 de abril de 1982 en el Centro Atómico Ezeiza. A diferencia de otras empresas del rubro, como INVAP, no es una Sociedad del Estado, sino una Sociedad Anónima. Esto quiere decir que grupos privados pueden participar de la distribución accionaria.
En el caso de CONUAR, la sociedad se reparte entre un 33% para la «Comisión Nacional de Energía Atómica» (CNEA) y un 67% para el grupo Pérez Companc. Y ha sido así desde su creación en los años ochenta.
Esta cuestión no es un detalle menor. Pérez Companc fue uno de los empresarios apadrinados por el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Al igual que otros conglomerados empresariales como el Grupo Macri, Bunge & Born, Clarín, Techint o Coto, en noviembre de 1982, su deuda privada en dólares fue estatizada y pagada con el dinero del erario público. Así que no es de extrañar que la última dictadura militar haya beneficiado a este grupo con el negocio de la provisión de comustible a las centrales nucleares argentinas.
En la distribución de responsabilidades y aportes de capital, la CNEA pone el componente más importante: el capital científico y tecnológico, además de su parte de la torta en la inversión de capital propiamente dicha. El grupo Pérez Companc, en cambio, se ocupa de la gestión productiva.
Es decir que existe un proceso de apropiación de un capital que nos pertenece a todos los argentinos. La producción de conocimiento científico y expertiz técnica de nuestra industria nuclear ha sido una de las pocas políticas permanentes del Estado argentino. Y, probablemente, sea la única que ha subsistido a lo largo del tiempo, incluso a pesar del continuo desfinanciamiento.
CONUAR se constituyó durante la última dictadura como una empresa privada para suministrar a nuestras centrales nucleares un bien de demanda inflexible: combustible nuclear. Por lo tanto, Pérez Companc tuvo asegurado desde un comienzo la rentabilidad de la empresa. No tuvo que buscarla. No se hizo de abajo. Fue premiado por Galtieri con un negocio que podría haber sido integralmente estatal y beneficiar a todos los argentinos. Y, en vez de eso, constituye hoy un ejemplo obsceno de capitalismo clientelar.
Plantear la estatización del porcentaje que hoy posee Pérez Companc, sin embargo, debe ser analizado con más detalle. Ocurre que su expropiación, en un contexto de desfinanciamiento del Estado, podría repercutir negativamente en el desarrollo de la empresa. Nuestras arcas nacionales están siendo vaciadas para rescatar a los capitales industriales más débiles y pagar una deuda fraudulenta con el FMI.
La falta de capital por parte del Estado sumada a la compulsión de nuestros políticos de llenar de «ñoquis» las dependencias públicas pueden ser un combo muy dañino para una empresa que hoy tiene una posición relevante como productora de alta tencología.
No obstante, es importante empezar a pensar una Argentina soberana donde el Estado recupere el rol productivo que alguna vez tuvo. No es lo mismo una expropiación por un afán estatista puramente ideológico, que una estatización en el marco de un programa de desarrollo nacional que busque expandir la participación de la Argentina en el mercado mundial y consolidar a nuestro país como un exportador de alta tecnología.
Combustibles Nucleares Argentinos es una empresa mixta fundada en 1982 por la CNEA y Pérez Companc, que abastece a las centrales de Embalse, Atucha I y II.