Durante la segunda mitad de la década de 1980, Argentina fue testigo de una serie de crímenes atroces contra la comunidad travesti. En la ruta Panamericana, entre Florida y San Isidro, un supuesto asesino en serie, conocido como «el atrapa mariposas» o «el cazador de mariposas», se habría cobrado la vida de un gran número de travestis. La prensa de la época contabilizó 28 episodios, aunque otras testigos elevan ese número hasta 60 víctimas.
La falta de precisión en la cifra tiene una explicación. Investigaciones actuales de importantes referentes de dicho colectivo apuntan a las Fuerzas Policiales. Es probable que buena parte de los crímenes que se le adjudican a este sujeto sean, en realidad, obra de dicha institución. Y, por lo tanto, ni siquiera hayan sido registrados de forma oficial.
La época estuvo marcada por los edictos policiales y la indiferencia de la Justicia ante las denuncias de la comunidad travesti. Los crímenes se cometían bajo diversas modalidades, desde atropellamientos hasta agresiones después de acercarse como clientes. Recordemos que, producto de la marginación social a la que este sector era sometido, la mayoría se veía obligada a ejercer la prostitución y atravesaba situaciones de extrema vulnerabilidad. Una realidad que, todavía hoy, no ha sido superada del todo, incluso con la legislación reciente que promueve su inserción laboral.
En aquel entonces, no obstante, la desidia de las instituciones era mayúscula, principalmente cuando se trataba de la Policía y la Justicia. Los asesinatos, en muchos casos, eran registrados como accidentes y ni siquiera se realizaban las investigaciones pertinentes. La impunidad prevalecía, mientras las travestis enfrentaban persecuciones y detenciones arbitrarias por parte de las fuerzas que se arrogaban el orden. El temor a la detención llevaba a muchas de ellas a arriesgar sus vidas cruzando los peligrosos carriles de la Panamericana. Pero la violencia policial no era la única a la que tenían que enfrentarse.
A pesar de la gravedad de los crímenes, el interés mediático era fluctuante. La violencia hacia las travestis quedaba oculta detrás de estigmatizaciones y prejuicios, lo que perpetuaba la impunidad de los asesinatos. La prensa prefería armar relatos rimbombantes y teorías sobre una «guerra de travestis», que llegar a la verdad. Así que, cuando se le daba visibilidad a algún caso, todo acababa siendo banalizado de la peor manera.
Frente a la adversidad, sin embargo, las travestis respondieron con organización. Varios grupos de activistas surgieron para denunciar los abusos y exigir igualdad de derechos. Su primera manifestación se llevó a cabo en la Plaza de Mayo en diciembre de 1986, exigiendo tolerancia y justicia para su colectivo. Y es gracias a la lucha de estos sectores que hoy tenemos un panorama más claro sobre la naturaleza del presunto asesino de mariposas.
Sí, existió una persona identificada como «el cazador de mariposas». De acuerdo a los relatos, el asesino de travestis circulaba en un Peugeot 504 de color crema, era rubio y tenía una cicatriz en el rostro. Aunque las descripciones varían según las fuentes. Carla María Pericles asegura haberse salvado de este criminal al cual, entre otras víctimas, se le adjudica el de la Robotina, su compañera de aquel entonces. Sin embargo, muchas coinciden en que el período de actividad de este asesino en serie fue acotado en el tiempo. Y que, en realidad, la mayoría de las travestis fueron víctimas de la Policía. O de otros asesinos con motivaciones independientes, cuyos crímenes jamás fueron investigados.
Los excesos durante las redadas y las torturas en los calabozos son narrados por las sobrevivientes de esta época. Es probable que los asesinatos de muchas travestis, cometidos en el marco de los abusos policiales, hayan sido achacados al «cazador de mariposas» para eximir de cargos a los efectivos responsables. O, dicho de otro modo, asegurar la impunidad de los asesinos. Una cuestión que demuestra el historial de desprecio por la vida que tienen nuestras instituciones, ajenas a todo principio de justicia.
Una serie de crímenes contra la comunidad travesti fueron adjudicados a un presunto asesino en serie, pero fuentes actuales apuntan a la Policía.