En octubre de 2013, Electronics Arts lanzó la última expansión de la tercera entrega de Los Sims, la popular saga de simulación social. Por aquel entonces, Los Sims 3 eran la oveja negra de la familia. No por su jugabilidad, sino por sus exigentes requisitos de hardware. Aunque en teoría una PC de gama baja podía correrlo, en la práctica ni las computadoras más avanzadas lograban una óptima experiencia de juego. Esta cuestión, combinada con el lanzamiento de Los Sims 4 al año siguiente, hizo que su último DLC pasara casi desapercibido. Hablamos de Los Sims 3: Hacia el Futuro, la olvidada pero memorable expansión que nos ofrecía la posibilidad de habitar una sociedad futurista.
Con la expansión instalada, cuando un jugador terminaba de crear una familia y la mudaba a una casa, recibía la visita de un viajero del tiempo. Dicho visitante dejaba un portal en el exterior de su vivienda. Y, al atravesarlo, se podía acceder a Oasis Landing, el nuevo barrio de la entrega.
Casi diez años después, hemos vuelto a jugar a esta vanguardista expansión, aprovechando las mejoras en el rendimiento de las computadoras actuales. Y reseñamos esta singular experiencia en el futuro que nos propone Los Sims 3.
¿Una sociedad comunista?
Karl Marx afirmaba que los avances tecnológicos harían que el desarrollo de las fuerzas productivas alcanzara un punto tal que la humanidad superaría sus contradicciones de clase y no necesitaría seguir trabajando, gracias a la automatización de los procesos y la abundancia material. O, dicho de otro modo, el trabajo dejaría de ser necesario porque las máquinas garantizarían todas las necesidades. Y en el último DLC de Los Sims 3 hay bastante de este concepto.
Al llegar al futuro por primera vez, nuestros sims revisten la categoría de indigentes. Y, aun así, disponen de un centro comunitario donde cuentan con comida, techo y ocio, totalmente gratis. No en un refugio insalubre, sino en un complejo de alta tecnología donde hasta la cama más barata es tope de gama en calidad de sueño. Ahí, los televisores son hologramas de máxima definición. Y los baños, cabinas todo en uno para recibir desechos e higienizarse. Pero lo más sorprendente es que ni siquiera hay que cocinar. Los sims pueden pedirle a un plumbot, robot humanoide, que lo haga por ellos.
Además, el transporte es totalmente público. Desde el monorriel que recorre grandes distancias hasta los vehículos flotantes que circulan por las calles. Y, por si fuera poco, el jugador recibe de regalo una mochila propulsora para recorrer más rápido los trayectos a pie. Un nivel de movilidad de ensueño, sin tener que pagar ni un simoleón.
De este modo, nuestros sims pueden vivir aventuras en la ciudad sin necesidad de buscar un trabajo. No obstante, para acceder a ciertos sitios o participar de determinadas actividades, sí precisamos de alguna fuente de ingresos. Aunque hay tantas maneras de hacer dinero por cuenta propia, que tampoco hace falta un empleo en relación de dependencia. El trabajo rutinario como lo conocemos hoy, que implica cumplir con horarios y obligaciones, sólo es necesario si nuestro sims tiene por objetivo hacer carrera en alguna de las instituciones de la ciudad. Por ejemplo, para ser astronauta o político.
Otro dato de color es que todas las familias instaladas en Oasis Landing cuentan con la misma cantidad de fondos al inicio del juego, sin importar su estatus o profesión. Una cifra que asciende a 50.000 simoleones. Una cantidad que, en condiciones normales, sólo puede obtenerse con el famoso truco motherlode. Así que esta es la única ocasión de toda la saga en la que todas las familias de un barrio tienen la misma cantidad de fondos al arrancar.
¿La liberación definitiva de la mujer?
Otro de los aspectos destacados de la obra de Marx, es su idea de que la liberación definitiva de la mujer sólo es posible en una sociedad comunista. De acuerdo a este filósofo, es la división del trabajo propia de las sociedades de clases la que confina a la mujer a las tareas domésticas. Muchos autores han profundizado en este concepto posteriormente. Shulamith Firestone, una pensadora feminista radical y marxista, es una de ellos. Y en su libro La dialéctica del sexo: El caso para la revolución feminista aborda la cuestión.
Según la autora, la opresión de género está profundamente arraigada en la biología de la reproducción. Por lo tanto, sólo a través de la superación de las limitaciones biológicas y la utilización de la tecnología, para liberar a las mujeres de la carga exclusiva de la reproducción, se podría lograr una verdadera igualdad de género. Defiende la utilización de métodos de reproducción asistida, como la inseminación artificial y la gestación subrogada, para liberar a las mujeres de la esclavitud biológica y permitir que el trabajo reproductivo sea socializado y compartido entre todos los miembros de la sociedad.
Dicho de otro modo, se acabaría la mujer incubadora de niños. Y, por consiguiente, la familia tradicional y la maternidad bajo mandato.
Aunque la idea puede sonar muy radical, en Los Sims 3: Hacia el Futuro se encuentra materializada. Y de una forma que sin dudas agradaría bastante a la comunidad LGBT.
El centro científico y hospital comunitario de Oasis Landing ofrece la posibilidad de tener un hijo, sin necesidad de un hombre y una mujer. Dos hombres o dos mujeres pueden combinar su genética para crear un bebé, sin proceso de gestación alguno. Nuestros sims ingresarán al hospital y saldrán de ahí con un neonato en brazos. Da igual el sexo biológico, se acabaron los embarazos.
Crear embriones a partir de la información genética de dos progenitores del mismo sexo o, incluso, de un solo progenitor puede parecer ciencia ficción, pero los últimos avances científicos nos acercan bastante a esta posibilidad. La reprogramación celular en ratones ya permite crear embriones a partir de dos hembras o dos machos. Y en Reino Unido, desde 2015, se usa una técnica que combina ADN de tres personas para prevenir enfermedades congénitas.
Las contras de esta sociedad futura
Sin embargo, no todo es color de rosas en Los Sims 3: Hacia el Futuro. El costo ambiental de una sociedad de estas características es tenido en cuenta por la expansión, incorporando una dinámica de juego muy interesante. Las decisiones que tome el jugador en el presente afectarán las condiciones climáticas en el futuro.
Si sus acciones fueron proclives a descuidar el medioambiente, entonces tendremos un futuro distópico donde el aire y el agua están contaminados, llueve material espacial en forma de meteoritos, la atmósfera genera descargas eléctricas constantes y la tierra explota de basura. Un futuro en el que, sin dudas, nadie querría vivir. Pero el primero en el que todos queremos jugar, dado que resulta el más interesante.
En cambio, si nuestras acciones tuvieron un buen impacto ecológico, podremos acceder a un futuro utópico. La vegetación resulta abundante y con una coloración en tonos azulados y rosados que evocan vitalidad. El aire que se respira es puro. El agua no se encuentra contaminada, sino totalmente limpia y cristalina. Y no hay desastres climáticos, ni rastros de basura.
El primer futuro al que accedemos, sin embargo, es un punto medio entre ambos. Existe cierta contaminación de la atmósfera, pero no en un nivel exagerado. Y la vida puede llevarse con normalidad. O, al menos, la normalidad que plantea esta sociedad futurista. La cual, en todos los futuros posibles es comunista y feminista. Pero dependerá de nosotros que, además, sea ecológicamente sustentable.
La última expansión de la tercera entrega traía consigo una idea de la sociedad futura que vale la pena analizar.