Cámaras de seguridad borradas. Encubrimiento de las fuerzas policiales. Una Justicia que nunca llega. Y el silencio atroz del jefe de gobierno porteño. La trama de impunidad en el caso Arshak Karhanyan es escalofriante.
En 1997, con sólo 5 años, el joven de origen armenio migró con su familia a la Argentina. Creció en el país. Y para 2019, estudiaba Ingeniería en Sistemas en la UTN, a la vez que se desempeñaba como oficial de la Policía de la Ciudad. Por su conocimiento en informática, era parte del área de Cibercrimen y llegó a participar de peritajes vinculados a la muerte de Alberto Nisman.
Las razones que llevaron a su desaparición, el 24 de febrero de aquel año, todavía no están del todo claras. Pero los indicios apuntan a las propias fuerzas de seguridad. El muchacho fue captado en cámara por última vez cuando circulaba por Caballito, hacia la calle Paysandú. Luego de eso, ya no hubo más rastros de él. Las imágenes de 49 cámaras, que podían aportar pruebas sobre su recorrido, fueron borradas de forma intencional. La eliminación de los registros constituye un acto coordinado que difícilmente pueda tener otro responsable más que la propia Policía de la Ciudad y el Ministerio de Seguridad porteño. Sin embargo, la investigación recayó en esa institución. Y, como era de esperarse, el caso junta polvo en la Fiscalía mientras los familiares continúan reclamando por el joven.
Otro dato llamativo que embarra la investigación es el reseteo del celular y la computadora de Arshak. Esto no es una cuestión menor. Se trata de un experto en informática. Los datos ahí contenidos probablemente podían resultar valiosos. Y no sólo para este caso. Además, pruebas recientes indican que el joven había sido espiado por la Policía de la Ciudad. No hay que descartar que sus dispositivos electrónicos contuvieran información incriminatoria sobre las cúpulas de seguridad.
No es descabellada la hipótesis de que podría haber descubierto algo que comprometiera a sectores de la Policía o la Justicia. No obstante, los fiscales se apuraron a descartar esa línea de investigación. Las pericias se limitaron a unas escuchas al oficial Herba, principal sospechoso, en las que su pareja le dice textual: «A vos te buscan por hacer desaparecer gente, y yo no te voy a cubrir más». Ambos declararon ante el juez Baños. Y, por ahora, el uniformado continúa en funciones.
Si bien Herba es señalado como posible autor material de la desaparición forzada, no hay que descartar que existan autores intelectuales cuya responsabilidad quiera taparse. Esto explicaría el afán desesperado por encubrir la verdad sobre el caso.
Ningún perito informático desaparece porque sí. Y ninguna institución despliega semejante operativo de encubrimiento porque sí. La trama de impunidad comienza en la Policía, continúa en la Justicia y salpica a la Política. Hasta la fecha, ni Horacio Rodríguez Larreta ni Diego Santilli se han expresado sobre este caso. Y la mayoría de los Medios, inundados de pauta publicitaria por el binomio porteño, ni siquiera se hacen eco de la investigación. Como en otras ocasiones, es probable que la responsabilidad por la desaparición forzada de Arshak Karhanyan llegue hasta la médula misma del Poder real. Y que haya que seguir luchando contra la corrupción policial y judicial, para llegar a la verdad.
El joven estudiante de Ingeniería y oficial de la Policía de la Ciudad lleva desaparecido desde 2019. Detrás del caso, una trama de impunidad.